Cuando llegaste a nosotros hace dos semanas, tu estado no hacía presagiar nada bueno, los cientos de pulgas te chupaban la poca sangre que tenías y el diagnóstico era una gran anemia y los riñones muy afectados.
Todo parecía irreversible, pero tus ganas de vivir y tu fuerte corazón nos animaron a luchar contigo.
Estuviste tres días ingresado , pero cada día ibas a peor, la creatinina continuaba subiendo.
Aún así no perdimos jamás la esperanza, te proporcionamos toda clase de medicamentos y te cambiabamos continuamente la alimentación de calidad.
Siempre esperábamos que algo obrara el milagro y que hiciera reaccionar tus castigados riñones.
Cada día perdíamos una batalla, pero teníamos la esperanza de ganar la guerra a la maldita enfermedad.
A diario salías a recibirnos moviéndonos alegremente tu rabito, estabas muy enfermo pero se te veía feliz, por fin tenías quién se ocupara de ti y te diera los cuidados que merecías.
Has luchado hasta el jueves noche, entonces ya estabas muy pálido, nos saludabas pero no tenías fuerzas para mover el rabito, tus ojos estaban tristes y buscabas un lugar para arrinconarte, se había perdido la guerra, tu estado era terminal.
Tu corazón ya no funcionaba bien, pero era muy fuerte y el viernes por la mañana tuvimos que llevarte a la clínica para ayudarte a descansar.
Es muy triste, no te merecías tan corta y mala vida.
Ya no sufres, ahora nos toca a nosotros llorarte, lamentar que te encontramos tarde y echarte mucho de menos.
Te queremos Nino y siempre estarás en nuestros recuerdos.